sábado, 17 de octubre de 2009

17/10/2009. Primera helada

El termómetro del coche marcaba -1ºC cuando llegué al lugar. Amace con un sol espléndido y una calma en el ambiente que nos avisa de los meses que están por llegar. Los guantes y el gorro vuelven a salir de la mochila después de su particular descanso veraniego.
Me voy acercando al primer observatorio y el carrizal del arroyo hierve de vida con la multitud de pajarillos que han pasado allí la noche. Lavanderas blancas y una cascadeña, mosquiteros comunes, tarabillas comunes, zorzales comunes y algún charlo y, entre este gentío, localizo varios escribanos palustres, primeros que veo este año. Era una especie con la que contaba para este invierno y no ha fallado. Pero no consigo ninguna foto, para otro día.
La observación a primera hora de la mañana desde este observatorio se antoja imposible. El sol está completamente de frente y no se ve nada. Oigo una agachadiza en vuelo, pero no puedo verla, así como a lo lejos el lamento de unas avefrías. Por lo que me entretengo con lo más inmediato que tengo, las lavanderas blancas y los bisbitas comunes y alpinos que ronda la orilla en la que me encuentro. En la primera, aunque a contraluz, se ve una lavandera blanca sobre el hielo de las orillas.
Y, en esta segunda, un bisbita alpino. La foto no vale para mucho, pero el otro día me quedé con ganas de una.
Lo bueno se acaba y comienza a soplar un fuerte viento del nordeste que agota a cualquiera. ¡Menos mal que al menos hay luz! y podré hacer alguna foto.
Hay un trasiego constante de bandos mixtos de palomas zuritas y torcaces que, intuyo, han pasado la noche en las choperas de la zona y bajan a beber antes de proseguir el viaje.

Otras que se encuentras afanosas son las cornejas que no hacen más que realizar viajes al cercano monte de encinas en busca de bellotas.
Más tarde vería a cautro de ellas alimentándose de un pájaro muerto, de tamaño medio que, por la distacia, no logro identificar. Pero me jugaría algo a que era una paloma o similar.
Los campos de alrededor, en mi paseo, me dicen que ya hay un buen número de alondras, así que me entretengo con ellas pues, en el agua, no hay nada.

Además de la agachadiza cuento: 3 andarríos grandes, 4 avefrías, un puñado de azulones y 3 cercetas comunes. Muy, muy triste. Es acuciante ya la falta de agua, por lo que hay que pedir que llueva, ¡ya!.
Después de una vuelta completa, a pie, a las lagunas me entra el gusanillo de hacer una sesión fotografica a la espera. No la he practicado nunca, pero me llama la atención un rosal que atrae a varias especies de pajarillos y que, además, está cerca del carrizo donde se esconden los escribanos palustres, por lo que me monto un escondite improvisado y espero. Después de una hora y unas cuantas fotos, solo consigo imágenes de dos especies, escribano cerillo y escribano montesino que, por otra parte, es nueva especie para la "lista 0".

Escribano cerillo arriba y escribano montesino abajo.
La verdad es que me gusta el resultado de las fotos, pero esto de estar en el campo tanto rato quieto, no me va mucho. Ahora entiendo el por qué de tantas buenas fotos de algunos fotógrafos por ahí, que pasan largas horas en sus hides. Además de situar la luz, puedes configurar la cámara con calma, hacer pruebas previas... etc. Nada que ver con la fotografía "al salto". Ejemplos de esta última, cualquiera de mis "cutre-fotos", pero muchas de ellas tienen el valor de la especie retratada.
Otra especie nueva para la lista hoy ha sido el avión roquero. Tres ejemplares sobrevolaron las lagunas por un instante.